Imagínense un sencillo salón. Pues ese fue el lugar, de la casa donde nacieron Astérix y Obélix. En la pequeña estancia de un piso social de Bobigni, a las afueras de París. La aventura comenzó una tarde como un pasatiempo. Goscinny y Uderzo obtuvieron, casi sin quererlo, un éxito inesperado. Han pasado seis décadas, pero a pesar de la pronta desaparición del guionista y dibujante Goscinny, la Galia siguió contando con su pueblecito, su pócima mágica, y su inalterable independencia, a base de historias tan belicosas como tiernas, salidas de la imaginación de Uderzo. Pero todo tiene su final y el guionista de Astérix y Obélix ha fallecido a los 92 años. Hacía uno que, con pesar, había transferido la compañía para que el pueblecito galo no quedará olvidado y a merced de los romanos. Con las primeras colecciones paternas, que aún disfruto, pasé momentos inolvidables de mi infancia y adolescencia. ¿Cómo se sentirá hoy el entrañable e inofensivo repartidor de menhires? Todos los habitantes del pueblecito galo lo echarán de menos y aún diría que los vapuleados romanos. Pero su historia, divulgada por mil y una viñetas llenas de mamporros y encanto seguirá deleitando a millones de seguidores en todo el mundo. Al menos mientras el cielo (o un virus maligno ¡quien sabe!), siga sin caer sobre nuestras cabezas.
La vida contemplada desde la sordoceguera. Experiencias, anécdotas y unas gotas de humor.
martes, 31 de marzo de 2020
UN LEGADO MARAVILLOSO
OBELIX, SE QUEDA SIN SU PROTECTOR
Imagínense un sencillo salón. Pues ese fue el lugar, de la casa donde nacieron Astérix y Obélix. En la pequeña estancia de un piso social de Bobigni, a las afueras de París. La aventura comenzó una tarde como un pasatiempo. Goscinny y Uderzo obtuvieron, casi sin quererlo, un éxito inesperado. Han pasado seis décadas, pero a pesar de la pronta desaparición del guionista y dibujante Goscinny, la Galia siguió contando con su pueblecito, su pócima mágica, y su inalterable independencia, a base de historias tan belicosas como tiernas, salidas de la imaginación de Uderzo. Pero todo tiene su final y el guionista de Astérix y Obélix ha fallecido a los 92 años. Hacía uno que, con pesar, había transferido la compañía para que el pueblecito galo no quedará olvidado y a merced de los romanos. Con las primeras colecciones paternas, que aún disfruto, pasé momentos inolvidables de mi infancia y adolescencia. ¿Cómo se sentirá hoy el entrañable e inofensivo repartidor de menhires? Todos los habitantes del pueblecito galo lo echarán de menos y aún diría que los vapuleados romanos. Pero su historia, divulgada por mil y una viñetas llenas de mamporros y encanto seguirá deleitando a millones de seguidores en todo el mundo. Al menos mientras el cielo (o un virus maligno ¡quien sabe!), siga sin caer sobre nuestras cabezas.
Imagínense un sencillo salón. Pues ese fue el lugar, de la casa donde nacieron Astérix y Obélix. En la pequeña estancia de un piso social de Bobigni, a las afueras de París. La aventura comenzó una tarde como un pasatiempo. Goscinny y Uderzo obtuvieron, casi sin quererlo, un éxito inesperado. Han pasado seis décadas, pero a pesar de la pronta desaparición del guionista y dibujante Goscinny, la Galia siguió contando con su pueblecito, su pócima mágica, y su inalterable independencia, a base de historias tan belicosas como tiernas, salidas de la imaginación de Uderzo. Pero todo tiene su final y el guionista de Astérix y Obélix ha fallecido a los 92 años. Hacía uno que, con pesar, había transferido la compañía para que el pueblecito galo no quedará olvidado y a merced de los romanos. Con las primeras colecciones paternas, que aún disfruto, pasé momentos inolvidables de mi infancia y adolescencia. ¿Cómo se sentirá hoy el entrañable e inofensivo repartidor de menhires? Todos los habitantes del pueblecito galo lo echarán de menos y aún diría que los vapuleados romanos. Pero su historia, divulgada por mil y una viñetas llenas de mamporros y encanto seguirá deleitando a millones de seguidores en todo el mundo. Al menos mientras el cielo (o un virus maligno ¡quien sabe!), siga sin caer sobre nuestras cabezas.