UN PERRO EN EL AUTOBÚS
Hace unos años se quiso implantar una polémica iniciativa. Se trataba de que los animales de compañía, fueran grandes o pequeños, pudieran viajar en autobús o en tranvía, siguiendo unas drásticas reglas de limpieza y sin molestar a los pasajeros habituales. Muchos levantaron el grito al cielo, otros se lo tomaron de la forma más natural. Todos los comienzos son difíciles y solo unos pocos dueños, se atrevieron a dar los primeros pasos llevándolos en jaulas o bien atados con correas. Pero la cosa no cuajó, mejor ir por la calle y todos en paz. Hoy son pocos los que usan tal servicio excepto cuando se acompañan de perros-guía, especialmente protegidos y educados para atender necesidades especiales de personas con discapacidades varias. Son animales muy inteligentes. En EE.UU se publicó en su momento la noticia de la existencia de un perro viajero en autobús, por su cuenta. El can vive en Seattle y pertenece a una raza mezcla de mastín y labrador. Cierto día su dueño tardaba en sacarlo, así que intuitivo y decidido, el animal acudió por su cuenta a la cotidiana parada del bus, lo cogió y se bajo en su parque. Allí correteo con sus amistades perrunas unas cuantas horas y luego volvió al bus de regreso a casa. Cosa tan curiosa cuajó y así siguió día tras día sin perderse, llevando la tarjeta de pago atada a la correa, sentándose en los asientos libres, o yéndose atrás para no molestar. Según parece los conductores lo han adoptado de tal manera que se muestran muy preocupados si algún día el buen can no aparece, bien porque tenga cita con el veterinario o por algún compromiso más importante: presidir un Congreso Internacional Perruno o cosa por el estilo, con lo listo que es el tío.