viernes, 24 de abril de 2020

ECOS DE UN IMPERIO

UNA GALLINA  DE PASEO

En estas semanas de confinamiento ha habido personal para todo, con tal de romper la encerrona o no acatar las normas impuestas por la autoridad. En caso de ser el afortunado dueño de una mascota, se puede salir a la calle no yendo demasiado lejos de la vivienda habitual. Las necesidades perrunas (mayormente) no se pueden evitar y al incordio de estar en casa no podía sumarse el alivio del animalico sobre la alfombra o el sillón preferido. En estas, a alguien se le ocurrió la ingeniosa idea de salir a pasear con una gallina alegando  su condición de mascota, y esto nos viene nada menos que de tiempos de los romanos. Por aquél entonces estas aves de corral eran blancas y se les consideraba como a las vacas en la India, con un respeto reverencial. Cierto día apareció uno de estos ejemplares atrapado por las patas de un águila que, sobrevolando la finca de los ancestros de Livia, esposa de Augusto, la depositó en el patio. La gallina,  de una esplendorosa blancura llevaba en el pico una ramita de laurel. El asombró cundió por todas partes, el laurel se plantó y de él se obtenían las coronas de los emperadores, mientras que el patio fue un santuario para las descendientes de la primera gallina blanca (no la la popular marca, sino las de este color). Hasta puede que de ello surgiera la costumbre de saludar a los mandamases con el popular "ave César" que vemos en las películas de romanos.