domingo, 1 de noviembre de 2020

 LA SEGUNDA SINFONÍA DE MAHLER Y EL MÁS ALLÁ

En muchos países se da por estos días, de muy distintas formas y maneras, culto a los muertos. La cosa viene de muy lejos, tanto que se remonta a la prehistoria. Por aquí, la festividad de "Todos los santos" reúne a miles de personas en los cementerios, hace florecer (nunca mejor dicho) un activo comercio de plantas y se remata la conmemoración, a la hora del postre, con los típicos "huesos de santo". Como los comensales han de ser forzosamente pocos, por aquello de la pandemia, y con casi todo cerrado en la calle, es de prever que las conversaciones se prolonguen y surjan curiosidades y anécdotas como la que voy a referirles. El músico Mahler, con mucho esfuerzo, ahínco e inseguridad iba componiendo su segunda sinfonía titulada "Ritos fúnebres". Cierto día, fue a enseñar su nueva partitura a Hans von Bylow, que de amable no tenía nada. Al interfecto le pareció que no era buena y no valía para nada, así que Mahler archivó el proyecto. Poco tiempo después, el feroz crítico murió, y durante el funeral, el músico percibió la musicalidad de las  estrofas del poema "Resurrección",del poeta alemán Kosplospt. La conmoción fue tan grande que decidió seguir con su composición, cambiando  matices y añadiendo nuevas ideas. El éxito fue rotundo y tras terminar el concierto en Moscú, se le acercó una anciana condesa para preguntarle "cómo se viajaba al más allá". Mahler se quedó aturdido no supo qué contestar. El viejo título le había traicionado, porque la nueva obra era un “canto a la alegría de la vida".