jueves, 3 de diciembre de 2020

PILAR TORREBLANCA

Experta en Rossini...y en la vida.


En no pocas ocasiones mi padre me habló de Pilar Torreblanca, a quién llegué a conocer en los tiempos de la radio. Él trabajaba en ese medio y ella frecuentaba y colaboraba en la emisora. La muerte, más injusta si cabe cuando se lleva a los seres más valiosos, la arrancó de este mundo hace unos días. Era un ser curtido en la desgracia, con una voluntad y entereza imposibles de medir, desde que en su infancia sufrió poliomielitis, dejándole graves secuelas de movilidad. Las dificultades no le impidieron cursar la carrera de medicina, ni ejercer la profesión de periodista, trabajos que abandonó para dedicarse al "bel canto", porque desde muy temprano gozó de una voz excepcional. Tuvo el privilegio de formar cartel nada menos que con Giuseppe di Stefano, ya en su madurez, a quien arrastro hasta su querida Zaragoza en un abarrotado concierto para amantes de la ópera. Viajó por diversos países, interpretando personajes femeninos célebres, destacando su pasión por Rossini. Torreblanca, como el tenor italiano Andrea Bocelli, invidente, dejó bién claro que no hay límites para la discapacidad, que puede quien quiere y quien lo hace debe ser considerado, como ella fue, un ser humano excepcional.