martes, 8 de diciembre de 2020

 PROHIBIDO DARSE UN PASEO TRANQUILO

 A día de hoy, aún sigue habiendo tanto 'miramiento'. Sales cualquier domingo por la mañana a comprar el periódico, como el común de los mortales. Vas andando, te paras. En la tienda quedan unos pocos y maltratados ejemplares. Los además están atados, pero no hay donde dirigirse porque el personal está ocupado atendiendo una larga cola de compradores. Sales dando un paseo al encuentro de un kiosko donde te atienden bien. No hay colas y los periódicos están perfectamen clasificados, ordenados y a tu servicio. Sigues con tu caminata. Hace buena temperatura y el cielo está despejado. Todo de lo más normal si no fuera porque, como si no tuvieran otra cosa mejor que hacer, se te quedan mirando medio embobados, una madre con un crío de unos ocho o diez años. Llevo mi bastón que advierte que padezco un grado importante de sordoceguera, pero no soy ningún espectáculo. Al momento notas que se aproximan, te adelantan y se paran mirando hacia atrás. Tu no haces caso y sigues a lo tuyo, hasta que un transeunte les dice algo, parece que no se conocen y les afea su conducta. Pero mira por donde al instante se dirige a mí y en plan paternalista suelta para contempoizar: "¿Què?, ¿dando un paseíto?". La aludida, que soy yo, responde algo fastidiada: "Pues, sí, si ustedes me lo pemiten". La madre y el crío, oído avizor y faltando al respeto, siguen plantados en medio de la acera. ¿Es esto lo que se llama pomposamente accesibilidad, ayuda e integración?