domingo, 28 de febrero de 2021

 


LA TORRE DEL ORO

800 años y  todavía en pie.

Un conocido mío la llamaba, aparentemente equivocado en plan de broma y sin ánimo de ofender, la Torre del Loro. Tampoco sería extraño, dado lo propensas que son ciertas aves a hacer su casa en las alturas de estas singulares construcciones. Pero vayamos a lo nuestro. A finales de febrero de 1221, se terminó de construir en Sevilla la espléndida torre defensiva. El Califato de Córdoba hacía tiempo que se había desmembrado formándose, tras no pocos avatares (almorávides, almohades...) los llamados reinos de Taifas, dominados en este momento por los almohades. Pese a su fanatismo, se rodearon de hombres de ciencia, filósofos y artistas, e hicieron importantes construcciones. La ciudad estaba protegida por murallas y optaron por construir una torre que vigilara el río y la tierra. Fue la Torre del Oro, que junto a la Torre de la Fortaleza y la Torre de la Plata, resultaban inexpugnables ante posibles asedios. Además estaban encadenadas a barcazas. Era estrecha con saeteras para lanzar flechas, fue construida con materiales pobres (mezcla de cal recubierta de paja, ladrillos...) y mantuvo una noble apariencia que hacía que con los reflejos del sol brillara como oro. Tal se ha mantenido a lo largo de los siglos, eso sí, con numerosos  cambios y reformas, formando parte simbólica del paisaje sevillano.