domingo, 31 de octubre de 2021

EN DÍAS DE DIFUNTOS:
EL ROSARIO DE MARIA ESTUARDO.

Brantome dejó en sus escritos la macabra ejecución de María I. Dos de sus damas de compañía la acompañaron hasta el cadalso y le dejaron sus testimonios. La sentencia se cumplió en el castillo de Fotenringhay, donde la reina pasó dieciocho años de cautiverio con su biblia y su sempiterno rosario, a modo de consuelo en su aciago destino. No hace mucho que, de forma un tanto extraña y sigilosa, el rosario de oro, junto con otros objetos materiales, fue robado. Estaban custodiados en sendas vitrinas en el castillo de Arundel, propiedad de los duques de Norfolk. Propiedad privada desde siglos, pero con acceso público para acontecimientos primaverales al aire libre o visitas al museo. Los objetos sustraídos difícilmente se pueden vender en mercado negro, más si tenemos en cuenta que el real rosario tiene gran valor histórico y, por si fuera poco, arrastra una maldición. Con él en las manos, la reina recibió tres soberanos hachazos del verdugo, que pese a su renombrada pericia no acertó ni a la primera ni a la segunda. ¡Qué burros!