lunes, 11 de mayo de 2020

TRAGEDIAS IMPREVISIBLES

ESPERA DESESPERADA



La pera tiene una historia antigua y jugosa. Los murales  que se conservan en la devastada villa de Pompeya, muestran su colorido en bodegones sencillos. Sin duda hubo perales en villas y jardines, aunque no ha quedado rastro debido a la fragilidad de la madera y su fácil combustión. Pero haberlos, había. Se cuenta que Claudio, emperador tras el asesinato de Cayo, gustaba en tiempos tan revueltos de refugiarse o visitar con frecuencia las fincas de recreo de la zona. Casado en primeras nupcias con Urgulanila, concibió varios hijos. Un buen día, como el pequeño Druso Claudio no tenía otra cosa mejor que hacer, se le ocurrió un juego que, a la postre iba a ser mortal. Tirando piedras a un peral, fue a caerle uno de los frutos en la boca abierta, de tal manera que no pudo sacárselo y acabó ahogándose. El infortunado desenlace fue devastador, porque además el crío se encontraba solo. Trágico final protagonizado por un inocente fruto de color y sabor excelente y de curiosa presencia en el lenguaje: "la repera" (algo extraordinario; y si va en bicicleta mucho más), "peramán" (variedad del fruto; no confundir con "hombre pera" en versión de superhéroes) o simplemente "Pedro" a quien los catalanes y aún más los locutores de telediario, gustan de llamar "Pera".